Video instalación. Festival Proyector. Tabacalera promoción del Arte.

Lo que muda no muere abre una mirada microscópica al paso del tiempo como agente constructor de la materia. Esta pieza plantea un juego de escalas haciendo perceptible aquello que es inaccesible al ojo y al oído, el flujo constante del cambio.

Lo que muda no muere, marcó un punto de inflexión en nuestro proceso de trabajo sobre el envejecimiento de la materia. El Festival Proyector nos entregaba a Ada Salas, David Benito y a mí, 21 lavabos vacíos en la antigua La Tabacalera. Teníamos delate un soporte único: 21 pequeños mares, 21 paisajes o espejos en los que podíamos escribir un poema sobre el paso del tiempo. Un poema en el que podríamos meter las manos.

El horizonte (siempre mentiroso) se hacía palpable en esos lavabos, se propagaba en ondas, se podía tocar. La aparición y la desaparición se sucedían en un intervalo que las hacía próximas, casi iguales. El agua tintada de los lavabos emitía las imágenes como si siempre hubieran estado allí

Los dispositivos visuales de El nacimiento de la bailarina vieja cambiaron de escala y se narraron a través de los poemas que Ada Salas escribió para la instalación.

Proyector fue la posibilidad de construir una ficción, un espacio irreal en el que, sin embargo, podíamos mojarnos las piel.